
Alguien convenció a Florentino Pérez de que la poción anti-Messi valía 96 millones de euros y el constructor extendió el cheque creyendo firmar el fin de ciclo del 'Pep Team'. Pero CR7 no sólo ha sido incapaz de anular en dos años el efecto Leo sino que se ha transformado en un segundón que su propio yo no soporta. Sin títulos individuales con los que maquillarse, el portugués sólo ha levantado una Copa.
Una alegría que debió esfumarse con la resaca del día siguiente, abollada. Apenas nada para quien vive de su infinito egocentrismo. Los cuatro clásicos debían ser su consagración como actor principal en el fútbol español y han supuesto una decepción. CR7 no ha dejado huella. El público recordará más sus poses y sus protestas que su talento.
Un tanto de penalti, un par de chuts con intención, alguna subida por velocidad y un gol decisivo es muy poco para esperar una reverencia mundial. Lo peor de todo es que nadie avisó a 'Flo' que CR7 traía contraindicaciones que advertían de daños secundarios de no colmar su ambición. Hoy, ni mucho menos, cuesta esos 96 millones
APUNTE
De CR7 guardamos sus gestos. Es el crack que protesta desentendiéndose de sus compañeros; aquel que no le importa dejar en evidencia a los suyos porque no le ayudan a presionar; quien necesita lanzar todas las faltas obsesionado con atrapar a Messi; el delantero clasista y con pocos amigos protegido por un entorno granítico; el que se aleja de los entrenamientos porque está enfadado con su técnico... De CR7 recordamos eso, sus gestos. De su fútbol, pocas cosas
Messi, coste cero: El argentino va a por los diez títulos.
Una alegría que debió esfumarse con la resaca del día siguiente, abollada. Apenas nada para quien vive de su infinito egocentrismo. Los cuatro clásicos debían ser su consagración como actor principal en el fútbol español y han supuesto una decepción. CR7 no ha dejado huella. El público recordará más sus poses y sus protestas que su talento.
Un tanto de penalti, un par de chuts con intención, alguna subida por velocidad y un gol decisivo es muy poco para esperar una reverencia mundial. Lo peor de todo es que nadie avisó a 'Flo' que CR7 traía contraindicaciones que advertían de daños secundarios de no colmar su ambición. Hoy, ni mucho menos, cuesta esos 96 millones
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De CR7 guardamos sus gestos. Es el crack que protesta desentendiéndose de sus compañeros; aquel que no le importa dejar en evidencia a los suyos porque no le ayudan a presionar; quien necesita lanzar todas las faltas obsesionado con atrapar a Messi; el delantero clasista y con pocos amigos protegido por un entorno granítico; el que se aleja de los entrenamientos porque está enfadado con su técnico... De CR7 recordamos eso, sus gestos. De su fútbol, pocas cosas
Messi, coste cero: El argentino va a por los diez títulos.Los genios del fútbol como Messi no necesitan peinar los elogios ni sentirse el motor del mundo. Son únicos por definición, aunque, como Leo, se sonrojen al escucharlo tantas veces. ¿Cómo no lo va a ser alguien con una facilidad innata para mejorar lo técnicamente imposible?
El argentino surge en momentos de urgencia con el equipo rogando su aparición y asiste a los suyos sin molestarle desempeñar un papel secundario. Leo es el mismo siempre que hay un balón por medio. Jugando todo la temporada, en todos los torneos y todos los campos, y también cuando toca exhibirse en los cuatro clásicos seguidos. Le da igual que sea el Real Madrid. Leo no se borra nunca. Lleva tres años saliéndose, dándole un repaso a CR7 en títulos.
Nada menos que ocho con Pep, que en breve pueden ser diez. En el primer clásico marcó de penalti para sentenciar la Liga. En la final de Copa buscó sin fortuna el gol y en la Champions enhebró la final de Wembley con dos golazos. En el segundo sacó los colores a todo el Madrid y encolerizó a CR7, al que la envidia le suele jugar malas pasadas. Leo, en cambio, se crió en La Masia. Lleva ADN azulgrana. Al éxito también se llega por el camino más fácil.
APUNTE
Además de ser un crack dentro del campo, Leo Messi también lo es fuera de él. Es admirable como mantiene la humildad y la sencillez cuando medio mundo se pasa el día elogiándole y recordándole en cada instante lo bueno que es. Pero a Leo todo esto no le ha cambiado. Sigue siendo el tipo familiar y gran amigo de sus amigos que siempre ha sido. También es muy divertido. Aunque a priori parece callado, en el vestuario se lo pasan en grande con sus bromas. Es un fenómeno
El argentino surge en momentos de urgencia con el equipo rogando su aparición y asiste a los suyos sin molestarle desempeñar un papel secundario. Leo es el mismo siempre que hay un balón por medio. Jugando todo la temporada, en todos los torneos y todos los campos, y también cuando toca exhibirse en los cuatro clásicos seguidos. Le da igual que sea el Real Madrid. Leo no se borra nunca. Lleva tres años saliéndose, dándole un repaso a CR7 en títulos.
Nada menos que ocho con Pep, que en breve pueden ser diez. En el primer clásico marcó de penalti para sentenciar la Liga. En la final de Copa buscó sin fortuna el gol y en la Champions enhebró la final de Wembley con dos golazos. En el segundo sacó los colores a todo el Madrid y encolerizó a CR7, al que la envidia le suele jugar malas pasadas. Leo, en cambio, se crió en La Masia. Lleva ADN azulgrana. Al éxito también se llega por el camino más fácil.
APUNTE
Además de ser un crack dentro del campo, Leo Messi también lo es fuera de él. Es admirable como mantiene la humildad y la sencillez cuando medio mundo se pasa el día elogiándole y recordándole en cada instante lo bueno que es. Pero a Leo todo esto no le ha cambiado. Sigue siendo el tipo familiar y gran amigo de sus amigos que siempre ha sido. También es muy divertido. Aunque a priori parece callado, en el vestuario se lo pasan en grande con sus bromas. Es un fenómeno


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